Hace más de 10.000 años, seres con una gran capacidad intelectual poblaron lo que hoy conocemos como los continentes, siendo estos una sola masa de tierra, o Pangea. Dicha civilización es conocida actualmente como los lemurianos.
Antropólogos, arqueólogos, historiadores y estudiosos del planeta Tierra y sus habitantes concuerdan en una idea principal: no somos la única civilización que ha pisado este planeta.
Los lemurianos y las pruebas actuales de su existencia
La historia de la humanidad está llena de cientos de misterios, cuyos bordes apenas se dejan ver entre restos de ciudades y edificaciones. A medida que se desenterraban algunos de estos hallazgos, se encontraban rastros de una civilización atemporal, o al menos difícil de ubicar dentro de nuestra historia. Se trata de los lemurianos, una antigua raza que alcanzó niveles desconocidos para la sociedad moderna.
¿De dónde surgió la idea de la existencia de una raza ancestral conocida como los lemurianos? Pues bien, al parecer todo empezó con una clasificación de especies que, en 1864, el zoólogo Philip Sclater publicó. En ella denomina lémures a una especie desconocida, cuyos fósiles se hallaron en Madagascar y en la India, pero no en África u Oriente Medio.
Los lemurianos y su supuesta presencia en el monte Shasta
Sclater supuso que, en un pasado remoto, Madagascar y la India habían formado parte de un mismo continente, mucho más grande. Esta afirmación condujo al descubrimiento del supercontinente Pangea. Más tarde, otros estudiosos continuaron con la búsqueda de pruebas que confirmaran la existencia de esta raza.
Para 1899, Frederick Spencer Oliver publicó un libro donde afirmaba que los lemurianos aun vivían en el planeta, específicamente en el monte Shasta. En su libro, se hacen descripciones detalladas de esta sociedad ancestral, reorganizada en una serie de túneles. Muchos lugareños afirmaban haber tenido más de un encuentro con estos seres misteriosos.
El punto final para darle mayor credibilidad a la historia de los lemurianos, lo fijó Harvey Spencer Lewis, en 1931. En su libro habló de una civilización oculta en el monte Shasta, conocidos como los lemurianos. Su libro se considera la razón principal por la que la leyenda de los lemurianos es ampliamente conocida.
Las historias de testigos oculares aumentaron la expectativa
Como era de esperar, no tardaron en hacerse oír relatos donde se aseguraba haber tenido encuentros con lemurianos o seres misteriosos en el monte Shasta. Por ejemplo, para 1904, el investigador británico JC Brown afirmó haber encontrado una ciudad subterránea en la montaña. Según dijo, la ciudad tenía unas dimensiones aproximadas de 17 kilómetros, y estaba llena de oro, escudos y momias.
De inmediato, se organizó un equipo de unas 80 personas para explorar la montaña y confirmar lo visto por Brown. Todo estaba preparado para la expedición, pero la mañana del día fijado, JC Brown desapareció sin dejar huellas ni rastros. Nunca se pudo encontrar la fascinante ciudad subterránea que con tanto entusiasmo describía.
Creencias de la existencia de una Lemuria moderna
Los diferentes y variados relatos que se han escrito sobre la raza Lemuria, los describe como una sociedad altamente espiritual. Según se cree, alcanzaron una supremacía social y religiosa nunca antes vista, llevando a su sociedad a una era de modernismo y paz indescriptible. Compartían el planeta con otra raza ancestral, ampliamente reconocida y estudiada: los Atlantes.
Ambas civilizaciones convivían y se desarrollaban a pasos agigantados, pero, como es habitual, las sorpresas no tardaron en aparecer. Según se cuenta, los Atlantes eran seres codiciosos, y sus ansias de poder y supremacía los llevaron a hacer guerra con los lemurianos.
Estos últimos, por su parte, no eran guerreros y, previendo una extinción global, decidieron destruir toda evidencia de ambos pueblos. La guerra desencadenó el uso de armas y explosivos que hundieron a los combatientes en el mar, sobreviviendo solo unos pocos afortunados.
El monte Shasta como nuevo hogar de los lemurianos
Hoy por hoy, son muchas las personas que creen firmemente en la existencia de seres misteriosos en el monte Shasta. Individuos con un alto desarrollo espiritual, con quienes es posible comunicarse solo por la vía de lo inmaterial. Sus avances y conocimientos solo son compartidos con aquellas almas dignas de recibir tal iluminación.
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