Culturas ancestrales guardan en sus registros sagrados descripciones detalladas de cómo ocurrió la creación de todas las cosas. Aunque dichas narraciones de la creación exhiben grandes variaciones, hay un punto en común difícil de ignorar: las aguas primigenias.
La creación de la Tierra y el origen del hombre sobre el planeta sigue siendo, para muchos, un tema polémico. Diversas cosmogonías de culturas antiguas ampliamente dispersas desde México y Perú hasta Egipto y Sumeria mencionan las aguas primigenias, donde el agua surge como un ‘espíritu creador’.
El agua como la base de todo lo creado
Los mitos de la creación forman parte importante de la cultura y religión de comunidades ancestrales. Sus textos sagrados explican cómo sus dioses y señores, llevaron a cabo la creación de la Tierra y los seres humanos. En cada una de estas historias, el agua forma parte principal de la escena, y es usada como elemento sustancial para dar forma a todo lo demás.
Pensemos, por ejemplo, en el relato babilonio de la creación descrito en siete tablas sagradas. Según se lee, en el principio no existía nada excepto Apsu y Tiamat, personificaciones masculinas y femeninas de las caóticas y amorfas aguas primordiales.
Por su parte, los egipcios llamaban a dicho caos acuático pre-creativo como ‘Nun’’. Para ellos, dicha masa acuosa reunía todo el potencial necesario para que los dioses dieran origen al hombre. Desde sus profundidades, emergerían los picos de las montañas más altas, toda la tierra seca, y la vida en todas sus formas.
Diversas culturas coinciden en un mismo punto
Las narrativas de la creación hindú también hacen referencia a un mar primordial, de donde surgió la vida. Su deidad védica, Prajapati, salió de las aguas primigenias por primera vez, e hizo referencia al caos que reinaban en ellas. Otra historia de la creación hindú, presenta al mismo dios Prajapati naciendo de una flor de loto que flotaba en un océano de aguas primordiales.
Al otro lado del mundo, los indígenas de México también hablan de un estado de oscuridad acuosas, sin orden ni forma. Era una época en la que no había tiempo, y las tinieblas cubrían el firmamento, bajo el cual, una masa de agua agitada vio nacer poco a poco la vida.
Historias similares de la creación polinesia también señalan al agua como la única sustancia existente antes de la vida.
La presencia de los dioses calmó el caos
En medio del caos acuoso, la mano de los dioses principales trajo orden y control sobre todas las cosas. De esta manera se hace referencia a la creencia de que todos los ciclos naturales y patrones de la creación, habían sido distribuidos o mantenidos por la voluntad divina. Los egipcios, por ejemplo, relatan que Ra, al descender y calmar las agua, «puso orden en el lugar del caos».
Para los egipcios, el orden era sinónimo de Maat, el concepto de la justicia y la verdad muy apreciado en su vida social. Cuando Ra sometió las aguas, entonces estableció la supremacía del Maat. De allí en adelante, las aguas derrotadas se opusieron al orden creado y sustentado por los dioses. Sus revueltas y espíritu rebelde marcaron una constante amenaza de desorden, que los dioses debían vigilar y evitar.
Las aguas primigenias y su doble naturaleza
Un aspecto interesante que se desprende de los mitos sobre la creación, es que el agua primigenia parecía tener una doble naturaleza. Por un lado, era la responsable del caos y la confusión, con capacidad ilimitada para destruir el orden establecido por los dioses. Pero, por otro lado, las aguas contaban con todo el potencial para hacer surgir la vida, siendo la pizarra en blanco donde los dioses escribirían su voluntad.
Origen de la vida mediante el agua y la teología
¿De qué medio se valieron los dioses principales para controlar y someter a las aguas primigenias? En diversos mitos, así como en las narraciones islámicas y en la teología bíblica, bastaba con que el dios supremo expresara sus intenciones mediante la palabra hablada. Órdenes, encantamientos y conjuros son la constante en el proceso de controlar y utilizar el agua para hacer surgir la vida.
De esta manera, el agua pasa a ser la sustancia principal, símbolo de la vida y el caos, y elemento esencial en la composición de prácticamente todos los seres vivos. No sorprende que, en muchos rituales de adoración, se emplee el agua para purificar a los feligreses, en su intento de acercarse a los dioses creadores.
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