Para los antiguos sumerios, babilonios y asirios, un zigurat era mucho más que un lugar de adoración. En estos templos sagrados, reyes y dignatarios buscaban acercarse a sus dioses en un intento de complacerlos y ganarse su aprobación. Toda la estructura estaba envuelta en un halo de misterio y era considerada un puente entre el mundo terrenal y el divino.
Zigurat: Los enigmáticos templos de la antigua Mesopotamia
El nombre ‘zigurat’ procede de un verbo acadio que significa «construir en alto», haciendo una clara alusión a las dimensiones de estos templos sagrados. Aparte de eso, el término no nos dice absolutamente nada más sobre su verdadera función. En total se conocen unos 32 zigurats, la mayoría de ellos ubicados en lo que hoy conocemos como Irak.
En la antigüedad, cada ciudad de Mesopotamia tenía un dios que era el patrón o gobernador de lugar. Los zigurats se construían como un templo para que los pobladores del lugar le rindieran culto a su deidad patrona. Además, estas construcciones eran monumentos que le conferían identidad y resaltaban el poder de la entera nación.
Algunas características sobresalientes de los zigurats
Los zigurats eran edificaciones en forma de pirámide cuyo diseño iba desde una enorme base hasta un recinto sagrado en su cúspide, un templo donde moraban los dioses. Para acceder a él se utilizaban escaleras laterales que recorrían toda la estructura dibujando una espiral. Una escalera principal en línea recta le daba acceso inmediato a sacerdotes y reyes.
En la actualidad son pocos los zigurats que conservan toda su estructura original, pero es posible hacerse una idea bastante clara del particular diseño que tenían. La base era amplia y podía tener forma cuadrada, ovalada o circular. A cierta distancia se construían terrazas de menores dimensiones hasta llegar a la última plataforma, en donde se erigía el verdadero templo.
Todo el interior del zigurat se edificaba usando ladrillos secados al sol como materia prima. Estos eran revestidos con una gruesa capa compuesta de ladrillos cocidos al horno, dándole una apariencia sólida e inexpugnable. Por su parte, el templo de la cima estaba hecho de ladrillos esmaltados y hermosamente decorados.
Por qué se construyeron
Estas asombrosas estructuras no aparecieron de inmediato como recinto sagrado de los dioses. Es muy probable que los primeros zigurats estuvieran hechos a nivel del suelo. Ahora bien, a medida que se deterioraban o derrumbaban, nuevos templos iban siendo levantados encima de los cimientos de los edificios antiguos.
Los constructores preferían reedificar encima de los primeros cimientos debido al carácter misterioso de la presencia divina en los templos. A fin de no profanar la morada de los dioses, empezaban a construir sin retirar escombros o remover elementos deteriorados.
De tal manera que con el pasar del tiempo, los templos se alejaban más del suelo. Finalmente, este diseño siguió usándose para construir otros zigurats, hasta el punto de que la plataforma final se elevaba cientos de metros. Mientras más alto estuviera el templo, más cerca de los dioses estaría el adorador.
Monumentos comunes en la antigua Mesopotamia
Los primeros zigurats de los que se tiene constancia verídica se remontan a la III dinastía de Ur (siglo XXI a.C.), y fueron construidos por el primer rey de dicha dinastía, Ur-Nammu. Este enérgico constructor fue el responsable de edificar el zigurat de su capital Ur, además de los de Nippur y Uruk.
Los registros históricos indican que desde finales del III milenio a.C. había en cada ciudad un zigurat habitado por sus respectivos dioses, patrones de la ciudad. De hecho, algunos núcleos urbanos contaban con dos o más de estos monumentos.
Una representación de algo superior
Algunos estudiosos opinan que el zigurat es una representación simbólica del espacio primitivo donde los dioses formaron al hombre. También se le considera como un puente entre el mundo celestial y el terrenal.
Muchas de estas edificaciones contaban con siete niveles o terraplenes, los cuales representaban los siete cielos o planos de la existencia.
Es posible que el zigurat más famoso sea la Torre de Babel mencionada en la Biblia. Según el registro sagrado, este lugar fue testigo de sucesos trascendentales para la raza humana, como la confusión de los idiomas y la dispersión del hombre sobre el planeta.
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