Durante mucho tiempo los científicos calificaron como un hecho imposible que las civilizaciones antiguas realizaran procedimientos de neurocirugía. Sin embargo, la presencia de un cráneo de hace 600 años de antigüedad confirma las complejas intervenciones quirúrgicas efectuadas en el pasado.
De manera que, no existen razones para seguir subestimando a las civilizaciones antiguas, en lo relacionado con la medicina y las cirugías avanzadas. La aparición del cráneo inca, ha abierto la puerta a aceptar los conocimientos que poseían éstas culturas y, que habían sido ignorados hasta hace algunos años.
La historia de hace 600 años con un agujero perfecto
Un ciudadano norteamericano de nombre Ephraim George Squier, fue quien sostuvo en sus manos por primera vez en 1864 el cráneo de hace 600 años con un agujero perfecto. Ése sería un encuentro que difícilmente olvidaría y que al mismo tiempo le cambiaría la vida para siempre.
La forma como llegó a tener el cráneo es bastante interesante, pues Squier no estaba precisamente haciendo una excavación arqueológica. Se encontraba en Perú, cumpliendo funciones comerciales enviado por el presidente Abraham Lincoln.
Después de cumplir con sus obligaciones laborales, Squier decidió quedarse un poco más en suelo peruano porque tenía pasión por la arqueología.
A partir de entonces estuvo recorriendo el país por un año entero, visitando las costas, escalando los picos de los Andes y explorando las selvas, hasta llegar a Cuzco. En éste último lugar conoció a la verdadera dueña del cráneo de hace 600 años, la Señora María Ana Centeno, una mujer apasionada por coleccionar curiosidades.
La señora Centeno tenía en su poder numerosas antigüedades precolombinas de piedra, metales preciosos, cerámicas, pájaros disecados, artículos de valor japoneses y varios objetos misteriosos. Entre los que se destacaba el referido cráneo con un agujero perfecto, una joya antigua que cambiaría la comprensión sobre la historia de la cirugía.
¡Neurocirugía entre pueblos aborígenes!
Una de las cosas que llamó la atención inmediata de Squier fue, ver un agujero de aproximadamente 15 por 17 milímetros de diámetro, que presentaba el cráneo en la región frontal derecha. Al examinarlo con cuidado llegó a la conclusión que el orificio no era producto de la naturaleza.
El corte del agujero era demasiado perfecto, y otra razón que argumentó en aquel momento Squier, es que daba la impresión de ver en la zona del orificio el «crecimiento de hueso nuevo». Esto sólo significaba una cosa, se trataba de una cirugía y la persona estaba viva mientras lo hacían.
Quizá lo más increíble es que Squier, concluyó que el paciente tuvo que haber sobrevivido a la cirugía, porque así lo indicaba la presencia de hueso nuevo. Luego de estas suposiciones, el siguiente paso consistía en buscar las pruebas que confirmaran que realmente era un caso de trepanación.
Las pruebas y la opinión de la comunidad científica
Ante el pedido de Squier a la señora Centeno, para llevarse el cráneo de 600 años con el fin de investigarlo, no recibió ninguna objeción. De modo que lo llevó consigo hasta Nueva York, para presentarlo ante la Academia de Medicina de la ciudad, pero no tuvo una buena acogida.
En un principio el público rechazó de plano la posibilidad de que, unos indígenas peruanos pudieran realizar una trepanación sin las herramientas adecuadas, ni anestesia y que el paciente lograra vivir después de tan delicada cirugía. Muchos de ellos lo consideraron «como algo absurdo».
Pero Squierno estaba dispuesto a rendirse tan fácilmente, así que empacó el cráneo con el agujero perfecto y lo trasladó a Francia, para que lo examinara el reconocido Paul Broca. Toda una eminencia, pues era profesor de cirugía clínica y de patología externa, era considerado la mayor autoridad en el estudio del cráneo humano en Europa.
Después de examinar el cráneo bajo el microscopio, halló evidencia del crecimiento de hueso nuevo alrededor del agujero, así como también pudo comprobar que la forma del orificio fue deliberada. Finalmente declaró que, el paciente vivió luego de la cirugía. Todas las sospechas de Squier se comprobaron en aquella oportunidad.
¡Llega la hora de reevaluar los conocimientos científicos antiguos!
Una vez que Paul Broca ofreciera sus declaraciones, a la comunidad científica no le quedó otra opción, debían aceptar que llegaba el momento de reevaluar sus conocimientos relacionados con las cirugías avanzadas hechas por los antiguos incas.
Muchos antropólogos de diferentes partes del mundo, comenzaron a examinar distintas colecciones de cráneos agujereados, con el objetivo de revisar las formas que presentaban. La mayoría de ellos concluyeron que, varios casos fueron malinterpretados, no se trataba de heridas accidentales, de guerra o ataques de animales.
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Más bien estaban en presencia de cráneos trepanados, algunos de ellos datados del 8 mil a.C. Gracias a la persistencia de Squier, hoy día el mundo entero sabe que los antiguos indígenas incas poseían técnicas avanzadas de cirugía, posiblemente fuera una práctica muy extendida y efectuada por diferentes culturas alrededor del planeta.
Referencias: Science history / BBC.
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