Científicos afirman tener las respuestas a la inquietante «maldición» que algunos creen es responsable de la muerte de 20 personas que abrieron la tumba del rey Tutankamón.
Tutankamón es uno de los más famosos faraones del Antiguo Egipto. Ascendió al trono a la edad de nueve años y gobernó hasta los 19. Existía una teoría popular de que el faraón fue asesinado con un golpe en la cabeza, pero fue desaprobada tras una tomografía computarizada que sugiere que se rompió la pierna justo antes de morir.
El descubrimiento de la tumba del rey Tutankamón en 1922 por el arqueólogo Howard Carter conmocionó al mundo, convirtiéndose en uno de los hallazgos arqueológicos más importantes de la historia.
En el lugar se reveló un tesoro escondido de artefactos antiguos, lo que marcó el comienzo de una era de fascinación por el antiguo Egipto.
Sin embargo, en medio del asombro, comenzaron a circular rumores sobre la expedición: la infame “Maldición del Faraón“.
Exploradores y la ‘maldición’ del rey Tut
Muchos de los primeros hombres que pusieron un pie en la tumba de Tutankamón tras su excavación murieron prematuramente, algunos en circunstancias muy extrañas y desafortunadas.
Por ejemplo, Lord Carnavon, el patrocinador financiero de la expedición, tuvo un final trágico pocos meses después de la inauguración de la tumba. Una picadura de mosquito aparentemente inofensiva en su rostro provocó un envenenamiento de la sangre que cobró su vida en 1923. Dos de los medio hermanos de Carnavon también sufrieron muertes prematuras poco después de visitar la tumba, lo que alimentó las especulaciones sobre el alcance de la maldición.
El príncipe Ali Kamel Fahmy Bey de Egipto se convirtió en otra “víctima de la maldición” cuando su esposa le disparó en 1923, lo que añadió un giro macabro a la historia. De manera similar, George Jay Gould I, hijo del renombrado financiero Jay Gould, sucumbió a una fiebre después de visitar la tumba, lo que afianzó aún más la creencia en el poder mortal de la maldición.
Incluso el secretario de Howard Carter, Richard Bethell, corrió un destino sombrío cuando supuestamente fue asfixiado en su cama en 1929, añadiendo otra capa de intriga a la maldición.
Sin embargo, ahora un nuevo estudio dirigido por el investigador Ross Fellowes ha dado una explicación plausible a la muerte de al menos cuatro de los hombres.
¿Qué ocasionó la muerte de las 20 personas que abrieron la tumba del rey Tut?
Según el estudio dirigido por Ross Fellowes, puede haber una explicación convencional para el fenómeno. El nuevo ensayo menciona que la causa de los fallecimientos no fue el espíritu vengativo de Tutankamón, sino la exposición excesiva a la radiación.
La investigación determinó que niveles tóxicos de radiación que emanan del uranio y desechos venenosos han permanecido dentro de la tumba desde que fue sellada hace más de 3.000 años.
El nivel de radiación dentro de la tumba de Tutankamón es tan alto que cualquiera que entre en contacto con él probablemente podría desarrollar una dosis fatal de enfermedad por radiación y cáncer.
Carter murió en 1939, probablemente de un ataque cardíaco después de una larga batalla contra el linfoma de Hodgkin, que afecta el sistema inmunológico del cuerpo que combate los gérmenes, y el envenenamiento por radiación se ha relacionado como una causa del cáncer.
Estudios anteriores revelaron que se han presentado varios casos de cáncer en egiptólogos que trabajaron en las tumbas. Asimismo, se mencionan casos de fallas en el sistema cardiovascular y muertes repentinas con síntomas característicos de enfermedad por radiación.
También se han encontrado evidencias de radiactividad en otras tumbas, algo que generalmente se ha atribuido a la radiación natural de fondo en la roca. Sin embargo, los niveles son inusualmente altos y localizados, «lo que no es consistente con las características del lecho de piedra caliza pero implica alguna otra fuente no natural», dijo Fellowes.
Conocimientos químicos de los antiguos egipcios
Por otro lado, algunos textos de la antigüedad que sobrevivieron hasta nuestros días mencionan extrañas muertes por “envenenamiento”, aunque en aquella época se atribuían a la hambruna, las plagas y espíritus malignos.
Fellowes explicó que, según la literatura funeraria egipcia, en las tumbas se dejaba una ‘torta de azafrán’ (un polvo amarillo de uranio) como un «legado de desechos peligrosos».
Se cree que los antiguos egipcios conocían sobre las toxinas. «La naturaleza de la maldición estaba explícitamente inscrita en algunas tumbas, y una de ellas se tradujo premonitoriamente como ‘los que rompan esta tumba encontrarán la muerte por una enfermedad que ningún médico puede diagnosticar’», destacó Fellowes.
El estudio fue publicado en la revista Journal of Scientific Exploration.
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