Durante décadas, se han encontrado ciertos objetos que han puesto en evidencia a la arqueología tradicional. Un ejemplo de ello son los artefactos antiguos fabricados a partir de materiales interestelares.
Cuando el arqueólogo danés, Christian Jürgensen Thomsen, calificó y separó las 3 edades de los metales, jamás pensó que en el futuro, se encontrarían objetos hechos de hierro en la Edad de bronce.
Pero, ¿cómo es posible que los habitantes de aquella época antigua pudieran construir a base de hierro, cuando ni siquiera sabían que existía en la Tierra? Pues, la respuesta está en las mismas reliquias; su material provino del espacio; específicamente, de meteoritos.
Piezas hechas de meteoritos
Jürgensen Thomsen ordenó las tres edades de los metales, según la humanidad fue descubriéndolo. Desde la Edad de cobre, hasta la Edad de bronce, hay 900 años. En el año 800 a .C., dio inicio a la Edad de hierro, destacada por ser la etapa de la prehistoria con cambios más significativos y en la que el ser humano comenzó a manipular metales.
Esta clasificación era inquebrantable para los expertos, hasta que las nuevas tecnologías comenzaron a arrojar resultados un tanto inquietantes.
La Edad del Hierro comenzó en Anatolia y el Cáucaso alrededor del 1200 a.C. pero, casi 2.000 años antes, varias culturas ya estaban fabricando objetos con este metal. «Estos artículos eran extremadamente raros y siempre muy apreciados», explicó Albert Jambon, investigador francés y profesor de La Sorbona. Su particularidad es que el hierro usado no se sacaba de la superficie terrestre, si no de rocas procedentes del espacio exterior.
El investigador analizó algunos artefactos usados en la antigüedad, revelando que estaban hechos a base de hierro, miles de años antes de su descubrimiento por la humanidad.
Totalmente desconcertada, la comunidad científica comenzó a realizar diferentes estudios. Uno de ellos fue publicado en el Journal of Arqueological Science, donde se revela que los objetos analizados, se forjaron a partir de material extraterrestre proveniente de meteoritos. Veamos algunos de ellos.
Cuentas de Gerzeh: Egipto, 3.200 a. C.
Uno de estos extraños artefactos fue encontrado en Egipto; unas delgadas láminas que se doblaron para crear pequeños tubos que adornaban un collar que data de hace 5.000 años.
Este misterioso collar encontrado en Gerzeh, también estaba decorado con oro y piedras preciosas, demostrando que el hierro era un material preciado.
Thilo Rheren, de la University College London de Qatar, uno de los principales investigadores del objeto, declaró que su forja se hizo después de varios ciclos de martilleo, descartando técnicas tradicionales como la talla o la perforación tradicionales de la época.
Esto demostró que 3.000 a. C., expertos metalúrgicos dominaron la forja del hierro de meteoritos; una aleación de hierro-níquel mucho más dura y frágil.
Daga de Alaca Höyük: Turquía, 2.500 a. C.
Alaca Höyük es un yacimiento arqueológico hitita, ubicado en el distrito de Alaca, en la provincia de Çorum, al norte de Turquía.
Se encuentra al noroeste de lo que fue la antigua capital hitita de Bogazköy. Este complejo posee indicios de una construcción encontrada a mediados del siglo XX. Debajo de ésta, se descubrió un cementerio imperial, con tumbas hace 4.500 años.
Fue en este yacimiento donde se encontraron pruebas de actividades metalúrgicas en plena Edad de cobre. Algunas en forma de pedrería, vasijas y jarras.
Sin embargo, el que más llamó la atención de los expertos fue una misteriosa daga fabricada a partir de hierro y oro. El arma medía 18.5 centímetros y los análisis posteriores demostraron que el hierro encontrado en ella era una aleación proveniente de un meteorito.
Colgante de Umm el-Marra: Siria, 2.300 a. C.
Al este de la actual Alepo, en la llanura de Jabbul, al norte de Siria, se encontró una de las ciudades más antiguas de Oriente Próximo.
Es posible que estas ruinas se traten de la ciudad de Tuba, la cual se menciona en las inscripciones egipcias que enumeran las ciudades derrotadas por Tutmosis III, al norte de Siria.
En estas ruinas se encontró una misteriosa tumba, la cual estaba totalmente intacta y sin ningún indicio de exploración. Fue descubierta por el arqueólogo Glenn Schwartz en el año 2.000.
Los estudios demostraron que pertenece al año 2.300 a. C., y su exploración reveló 5 adultos y 3 bebés adornados con materiales preciosos.
Sin embargo, uno de estos objetos no era de oro o de plata, como el resto; un colgante que lucía uno de los bebés estaba hecho de hierro.
El análisis geoquímico del hierro demostró que se trató de una aleación de hierro, níquel y cobalto. Esto confirmaría que se trató de hierro proveniente de un meteorito.
Hacha de Ugarit: Siria, 1400 a. C.
Ugarit fue una antigua ciudad portuaria, ubicada en la costa mediterránea al norte de Siria, a unos pocos kilómetros de la actual Katakia, en la región oriental de Levante.
Esta ciudad fue de suma importancia para la historia del Cercano Oriente, especialmente en la época en la que Egipto tuvo varios estados aliados en el Levante.
Fue en esta ciudad donde se encontró una famosa hacha ceremonial, con láminas de hierro y adornos de cobre y damasquino. Esta pieza perteneciente a la Edad de bronce también fue fabricada con materiales de meteoritos.
Hallazgos en la tumba de Tutankamón: Egipto, 1.350 a. C.
El hallazgo de la tumba de Tutankamón fue uno de los más importantes de la historia. En su interior se encontraron objetos de un valor arqueológico incalculable.
Sin embargo, es posible que los artefactos más importantes sean: Una daga, un anillo, un brazalete, su pectoral y un reposacabezas.
El material con el que se fabricaron estos objetos no pertenecía a su época. Al igual que en los casos anteriores, se trató de un material con un origen fuera de nuestro mundo.
Curiosamente, los artículos se encontraron en perfecto estado, no tenía ni una pizca de óxido, lo que habla de la calidad de su manufactura.
De acuerdo a varios papiros encontrados, el material para realizar estas piezas de hierro «llovía del cielo»; obviamente, no en forma de gotas, sino de meteoritos que los egipcios recogían.
Recientemente, mediante el uso de espectrometría de fluorescencia de rayos X portátil no invasiva, un equipo de investigadores italianos y egipcios confirmó que la de la daga de hierro colocada en el muslo derecho del cuerpo momificado de Tutankamón tiene origen meteórico. El arma, actualmente se encuentra en exhibición en el Museo Egipcio de El Cairo.
De igual manera, una gema presente en el pectoral de Tutankamón, que hacía parte de su ajuar se formó gracias a un objeto extraterrestre. La mayor parte del icónico pectoral del faraón está decorado con oro, lapislázuli, vidrio y varias joyas que rodean a la gema amarilla translúcida en forma de escarabajo que ocupa el centro.
Según un estudio de investigadores de la Universidad Curtin (Australia), los circones encontrados en este vidrio evidencian la presencia de un mineral de alta presión llamado reidite, que solo surge tras el impacto de meteorito.
Hierro terrestre vs hierro espacial
Determinar el origen del hierro en estos artefactos fue un tema de debate arqueológico por muchos años, pero al parecer al fin se llegó a un consenso. Cuando se forman grandes cuerpos celestes como nuestro planeta, casi todo el níquel se desplaza hacia el núcleo de hierro fundido. Por lo tanto, es extremadamente raro encontrarlo en la superficie. Pero, algunos meteoritos se crean cuando los cuerpos celestes se rompen. Si estos meteoritos son compuestos de material central, en su mayoría contienen hierro con altos niveles de níquel y cobalto.
Sin embargo, los compuestos de hierro en los minerales terrestres primero deben someterse al proceso de reducción, que elimina el oxígeno unido para producir el metal deseado, esta característica permite identificar la fuente de hierro como proveniente del espacio.
No deja de ser curioso que materiales obtenidos de meteoritos hayan sido tan «comunes» en una época tan antigua ¿Cómo aprendieron a identificar, extraer y usar el hierro para su beneficio sin siquiera saber de su existencia? Son muchas las teorías que han nacido a raíz de este hecho, pero el misterio continúa sin resolverse.
Referencias: La Vanguardia/ Europa Press / ABC / Live Science
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