Arqueólogos que buscaban el arca de Noé hicieron un descubrimiento inesperado

Un equipo de arqueólogos y científicos de tres universidades de Turquía y Estados Unidos, que trabajaban en las remotas montañas del este de Turquía, hizo un descubrimiento que podría reavivar uno de los enigmas más antiguos del mundo: la búsqueda del arca de Noé.

Después de décadas de especulaciones, la llamada formación Durupinar, un montículo con forma de barco ubicado en al sur del Monte Ararat, a solo 3 kilómetros (dos millas) al norte de la frontera entre Turquía e Irán, y que para algunos, son los restos petrificados del propio arca, ha vuelto a captar la atención mundial.

En el verano de 2021, un equipo internacional de expertos analizó muestras de las rocas y el suelo encontrados en el lugar para determinar si realmente alberga la emblemática embarcación de Noé.

El análisis realizado en la Universidad Técnica de Estambul, buscó determinar la edad y la composición de la formación, con un enfoque específico en la identificación de signos de actividad humana antigua o evidencia de que el sitio alguna vez estuvo sumergido bajo el agua.

Cuando llegaron los resultados, causaron gran sorpresa a los investigadores.

Vista aérea de 1961 en comparación con una vista aérea de 2019 de la formación Durupinar. Los deslizamientos de tierra han dañado la estructura a lo largo de los años. Crédito: NoahsarkScans/Facebook.

Hallazgos científicos sobre el Arca de Noé

Las muestras fueron datadas entre 3.500 y 5.000 años de antigüedad, coincidiendo perfectamente con la cronología bíblica del diluvio y el arca de Noé.

Aún más intrigante es que el equipo descubrió la presencia de sustancias parecidas a la arcilla y materiales marinos dentro del suelo, lo que indica que el sitio también pudo haber estado sumergido en el mar, tal como se cuenta en la historia.

Además, su tamaño parece coincidir aproximadamente con el del arca, que según describe en la Biblia es «de trescientos codos de largo, cincuenta codos de ancho y treinta codos de alto» o 164 yardas por 27 yardas por 16 yardas (150 metros por 25 metros por 15 metros), que coinciden estrechamente con el tamaño de la formación Durupinar. Para algunos, estas dimensiones son demasiado cercanas para ser mera coincidencia.

Más pistas

Por otro lado, es difícil ignorar el sorprendente aspecto de la formación Durupinar. Desde el suelo, el lugar parece un enorme montículo de 162 metros de largo que se estrecha hasta una punta similar a la proa de un barco.

Los investigadores utilizaron nueva tecnología para analizar si el suelo tiene rastros de actividad humana. Crédito: NoahsArkScan.

Como señaló el profesor Dr. Faruk Kaya, vicerrector de la Universidad Agri Ibrahim Cecen: “Según los resultados iniciales, se cree que hubo actividades humanas en esta región desde el período Calcolítico”, que abarca desde el 5.500 al 3.000 a. C.

Este período, marcado por la transición de las herramientas de piedra a las de metal, sitúa al sitio firmemente dentro de la línea de tiempo.

Esta evidencia refuerza la posibilidad de que los humanos hayan utilizado esta región durante o después de una inundación catastrófica.

¿Por qué es importante para la ciencia encontrar el Arca de Noé?

Para quienes participan en la investigación, la importancia de este descubrimiento no se limita a sus implicaciones religiosas.

Si bien el arca de Noé es un elemento clave en el cristianismo, el islam y el judaísmo, la historia también aborda cuestiones humanas más amplias sobre la supervivencia, la fe y la fragilidad de la vida frente a los desastres naturales.

¿Esto podría ser evidencia del Gran Diluvio?

Ilustración del Arca de Noé. Public Domain.

El concepto de que ocurrió un gran diluvio no es exclusivo de la Biblia, ya que es muy anterior a ella. Sumerios, griegos, mayas y otros culturas, cuentan el relato de un barco que salvó a una generación de humanos y animales.

Algunas evidencias sugieren que es posible que se hayan producido inundaciones localizadas en torno al Mediterráneo y el mar Negro hace miles de años, lo que podría haber inspirado estas historias de diluvios. Sin embargo, aunque la teoría sigue siendo muy especulativa, la noción de que los antiguos humanos presenciaron y sobrevivieron a un cataclismo de ese calibre ha cautivado a académicos y teólogos por igual durante siglos.

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La búsqueda del Arca de Noé se remonta a la antigüedad, cuando peregrinos religiosos y exploradores recorrían las laderas del monte Ararat en busca de rastros de la legendaria embarcación.

Mientras algunos descartaron la formación Durupinar como un fenómeno natural, otros se mantuvieron firmes en la creencia de que el sitio contenía los restos del Arca, petrificados y enterrados por el tiempo.

Ahora, la tecnología moderna ha aportado un nuevo nivel de rigor a estos esfuerzos. Desde imágenes satelitales hasta muestreos geológicos avanzados, las herramientas disponibles para los investigadores actuales ofrecen oportunidades sin precedentes para analizar sitios antiguos en busca de señales de actividad humana.

 

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