Los auriculares inalámbricos, como los AirPods, pueden representar un serio riesgo para la salud de sus usuarios, afirmó el pasado jueves Jerry Phillips, profesor de bioquímica en la Universidad de Colorado (EE.UU.), a quien cita el sitio Medium.
«Mi preocupación por los AirPods es que su colocación en el canal auditivo expone los tejidos de la cabeza a niveles relativamente altos de radiación de radiofrecuencia», señaló el experto, quien se refirió a tumores y otras condiciones asociadas con el funcionamiento anormal de las células como algunos de los riesgos potenciales.
Los peligros que podrían representar tales dispositivos, claro está, no se limitan al producto de Apple. De acuerdo con Phillips, los datos actuales plantean «preocupaciones potenciales para la salud humana en torno al desarrollo de todas las tecnologías que operan en frecuencias de radio».
Su advertencia llega luego de que unos 250 médicos y científicos de más de 40 países, entre los cuales se encuentra el propio Phillips, firmaran una petición a las Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud, en la que expresan su “gran preocupación” por los usos del campo electromagnético no ionizante, que es el tipo de radiación emitida por dispositivos inalámbricos, incluidas las tecnologías de Bluetooth.
Otro punto de vista
La petición indica que según «numerosas publicaciones científicas recientes», los campos electromagnéticos pueden provocar cáncer, trastornos neurológicos y daños al ADN. Además, el documento cita hallazgos del Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer, que determinó que los mencionados campos son «posiblemente cancerígenos» para los humanos.
No obstante, no todos los científicos comparten esas preocupaciones. Según Kenneth Foster, profesor de bioingeniería en la Universidad de Pensilvania (EE.UU.), al combinar y analizar todas las investigaciones sobre los campos electromagnéticos se puede ver una ausencia clara de daños de cualquier índole.
El especialista aseguró también que ni la Organización Mundial de la Salud ni otras instituciones de ese mismo tenor han encontrado «ninguna evidencia clara de peligros para la salud en niveles de exposición por debajo de los límites internacionales».