Una red neuronal artificial que está hecha completamente de ADN e imita la forma en que funciona el cerebro ha sido creada en un laboratorio. Esta inteligencia artificial de tubo de ensayo puede resolver un problema clásico de aprendizaje automático al identificar correctamente los números escritos a mano.
Según afirman los científicos, este trabajo es un paso significativo para demostrar la capacidad de programar Inteligencia Artificial en circuitos orgánicos artificiales.
Esto podría algún día conducir a robots similares a humanos hechos de materiales totalmente orgánicos, en lugar de los hombres cibernéticos de metal brillante como los hemos vistos en las películas.
Los investigadores esperan que el dispositivo pronto comience a formar sus propios «recuerdos», a partir de ejemplos añadidos al tubo de ensayo. Su objetivo final es programar comportamientos inteligentes, como la capacidad de calcular, tomar decisiones y más, con redes neuronales artificiales hechas de ADN.
Los científicos eligieron una tarea que es un desafío clásico para las redes neuronales artificiales electrónicas, que reconocen la escritura a mano, ya que la escritura humana puede variar ampliamente, por lo que cuando una persona examina una secuencia de números garabateada, el cerebro realiza tareas computacionales complejas para identificarlos.
Cuando se le presente un número desconocido, esta llamada «sopa inteligente» sufrirá una serie de reacciones y emitirá dos señales fluorescentes, por ejemplo, verde y amarillo para representar un cinco, o verde y rojo para representar un nueve.
La investigadora principal Lulu Qian, profesora asistente de bioingeniería, dijo: «Aunque los científicos apenas han comenzado a explorar la creación de inteligencia artificial en las máquinas moleculares, su potencial ya es innegable».
«Similar a cómo con las computadoras y teléfonos inteligentes se han logrado más avances que hace cien años, las máquinas moleculares artificiales podrían hacer que todas las cosas estén hechas de moléculas -incluso pinturas y vendajes- más capaces y más receptivas al medio ambiente».
Primero, el equipo construyó una red neuronal de ADN para distinguir entre seis y siete manuscritos. Luego, probaron 36 números escritos a mano y la red neuronal del tubo de ensayo identificó correctamente a todos ellos.
El sistema teóricamente tiene la capacidad de clasificar más de 12,000 seises y sietes escritos a mano -el 90 por ciento de esos números tomados de una base de datos de números manuscritos ampliamente utilizados para el aprendizaje automático- en las dos posibilidades.
Crucial para este proceso fue la codificación de una estrategia competitiva ‘ganador tomar todo’ utilizando moléculas de ADN.
En esta estrategia, se utilizó un tipo particular de molécula de ADN denominada aniquilador para seleccionar un ganador al determinar la identidad de un número desconocido.
Los hallazgos completos se publicaron en la revista Nature.