Poco después del mediodía del 19 de septiembre de 2017, un terremoto de 7,1 grados con epicentro entre los estados de Morelos y Puebla sacudió al centro de México, dejando 369 muertos, la mayoría en la capital.
Pero el devastador terremoto que el 19 de septiembre de 2017 sacudió al centro de México legó un descubrimiento arqueológico: vestigios de un nuevo templo dedicado a Tláloc, el dios de la lluvia de los antiguos mexicas, dentro de la pirámide de Teopanzolco en el central estado de Morelos.
El templo fue presentado a la prensa la semana pasada en Cuernavaca, la capital estatal que alberga la gran pirámide de Teopanzolco, perteneciente a la cultura tlahuica que se desarrolló en la zona y que tuvo relación con los aztecas o mexicas.
Por el terremoto, «la pirámide sufrió un considerable reacomodo del núcleo de su estructura», explicó a la prensa Bárbara Koniecza, arqueóloga del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
El mayor daño a la pirámide fue en la parte superior, donde se encontraban ya dos templos, uno dedicado a Huitzilopochtli, la mayor deidad de los mexicas, y otro a Tláloc.
«El piso de ambos adoratorios se hundió e inclinó, lo que también puso en peligro su estabilidad», destacó Koniecza.
Cuando el INAH hizo estudios con un georradar para revisar la estructura piramidal, se descubrieron vestigios de una estructura oculta que también está dedicada al dios de la lluvia.
Esta estructura se estima es de alrededor del año 1150 de nuestra era, con lo que la historia cronológica de la pirámide de Teopanzolco, de unos 16 metros de altura, se recorre 240 años hacia atrás.
«A pesar de lo que significó el sismo, gracias a este fenómeno natural ha aparecido una importante estructura que cambia la datación del sitio arqueológico», comentó Isabel Campos Goenaga, directora del Centro INAH Morelos.
Según los expertos del INAH, el templo descubierto habría tenido un tamaño aproximado de seis metros de largo por cuatro de ancho, con la escalinata de acceso del lado oeste, justo donde se localiza la escalinata que actualmente es visible y que forma parte de la pirámide.
También fueron encontrados restos de cerámica y de un incensario de la cultura tlahuica. Además, se encontraron muros recubiertos de estuco, una banqueta y restos de una pilastra.
Esta práctica de meter templos de otros fue usada por los mexicas y por otras culturas prehispánicas que habitaron en el centro de México.
La encargada del sitio arqueológico, Bárbara Konieczna, acalró que «el hallazgo cambia la cronología de Teopanzolco: primero fue construido el basamento descubierto y después, a imagen de este tipo de construcción, se edificó el Templo Mayor en Tenochtitlán. Los mexicas no aportaron el estilo arquitectónico a la región, al contrario, fueron las construcciones de la civilización tlahuica las que los inspiraron para construir el Templo Mayor».
El nuevo templo tendría unos seis metros de largo y cuatro de ancho, así como una escalinata de acceso en su lado oeste.