Nabis pasó a la historia como el último Rey de Esparta, pero también como un personaje bastante peculiar por la cantidad de reformas que hizo tanto en lo social como lo económico. Sin embargo, esto acarrearía su final y el de una de las sociedades más emblemáticas de la historia.
Expropiación de propiedades de las clases altas para repartirlas a los más desfavorecidos, abolir las deudas de los pobres, liberó a todos los esclavos y les dio en matrimonio a las mujeres e hijas de los exiliados. Estas son algunas de las reformas que cambiaron el rumbo de Esparta hasta sus últimos días.
Considerados por unos como un tirano, y como un gran rey por otros. Lo cierto es que la historia de Nabis, el último rey espartano es algo incierta, pero lo único seguro es que su muerte acarrearía también el final de la nación.
El Rey Nabis
Los historiadores antiguos lo presentan como un déspota, ególatra, pecador y avaricioso. Incluso Polibio lo reduce a un «pirata» y Pausanias de saqueador de santuarios.
Sin embargo, y a pesar de que Nabis no era un santo, tampoco era el mal encarnado como lo muestran las obras literarias. Otros registros dan a entender que era inteligente, capaz de tomar medidas drásticas por el bienestar de su gente y la política exterior.
Cuando alcanzó el trono eliminó el consejo de ancianos y a los éforos o magistrados. También reforzó el ejército, contratando mercenarios e instauró una vez más el sistema de educación espartano. Fortaleció y consolidó las murallas de la ciudad y creó una flota que potenció al comercio y a los artesanos.
Una vez que «resolvió» los problemas internos, volvió a los tratados de política exterior, negociando con sus antiguos enemigos e, incluso, llegó a tocar ciertos asuntos con Roma.
Fue así que Tito Quincio Flaminino, militar y político romano, envió un delegado a Esparta, exigiéndole a Nabis que entregara las ciudades conquistadas y se uniera a la Liga Aquea, o confederación de ciudades de Acaya. Si se negaba, le declararían la guerra.
Para presionarlo, plantaron un campamento al pie de las murallas de Esparta, pero esto no intimidó al rey, quien se negó. Así, el consejo de guerra, encabezados por los griegos, estuvo a favor de atacarlos.
La caída de Esparta
Nabis reclutó a 10.000 guerreros pericios, hilotas y espartanos, además contrató a 3.000 mercenarios y liberó a los esclavos. Aun así, los romanos consiguieron dominarlos al quemar los campos que rodeaban la ciudad y bloquear su única salida al mar.
Flaminino obligó al rey a negociar la paz durante una tregua de 6 meses, siempre y cuando se rindiera, entregara su flota, pagara una indemnización durante 8 años y no establecer alianzas.
Cómo era de esperarse, Nabis se negó y Roma atacó. El problema es que el asedio estaba retrasado por las estrechas calles circundantes de Esparta y esto dio tiempo a pedir ayuda.
En el 192 a. C., el ejército etolio llegó a Esparta como aliado, pero esto duraría poco. El general etolio, Alexámeno traicionó al rey, matándolo.
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La Liga Aquea aprovechó el vacío en el poder de Esparta para revertir las reformas, los hilotas fueron deportados, las grandes murallas se destruyeron y todos los que seguían luchando fueron asesinados.
De esta forma, Esparta cayó y terminó convirtiéndose en una provincia romana, dejando atrás toda la magia que se convertiría de inspiración para cientos de historias y cuentos que mostrarían para la posteridad la grandeza de unos de las ciudades más grandes de la historia antigua.
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