Un equipo de investigadores chinos descubrió que las especies animales habitantes de la Fosa de las Marianas, el lugar más profundo del Océano, han acumulado trazas de carbono-14, subproducto de explosiones de bombas atómicas.
En condiciones naturales, el carbono-14, conocido también como radiocarbono, se produce –en cantidades pequeñas y relativamente constantes– como consecuencia de la interacción de la radiación espacial con el nitrógeno atmosférico. A mediados del siglo XX, una serie de pruebas atómicas duplicó su concentración en el aire. Sin embargo, se esperaba que solo siglos después llegara al fondo del mar.
No fue necesario esperar tanto: la tasa de radiocarbono en el tejido muscular de anfípodos (pequeños crustáceos carroñeros) recolectados hace dos años en profundidades de hasta casi 11.000 metros bajo la superficie marina, fue mucho más alta que en el ambiente que los circunda, según informa un comunicado de la Unión Americana de Geofísica (AGU, por sus siglas en inglés).
«Aunque la circulación oceánica tarda cientos de años en llevar el agua contaminada con el carbono de las bombas a la fosa más profunda, la cadena alimenticia lo logra mucho más rápido», cita el comunicado de la AGU al autor principal de estudio, Ning Wang, de la Academia de Ciencias de China.
«Tenemos que ser más cuidadosos con nuestros comportamientos futuros», comentó su colega y coautor Weidong Sun.
El estudio ha sido publicado en la revista Geophysical Research Letters.