Una investigación reciente descubrió que la exposición a la radiación a la que estuvieron sometidos los perros de Chernóbil puede haberlos diferenciado genéticamente de otros canes del mundo.
El 26 de abril de 1986 la explosión de la central nuclear de Chernóbil generó un alto nivel de contaminación radioactiva, que hasta la actualidad, continúa mostrando sus efectos. El desastre de Chernóbil arrojó a la atmósfera 400 veces más material radiactivo que la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima.
La catástrofe ocasionó que aproximadamente 120.000 personas abandonaran rápidamente sus hogares, en la ciudad de Prípiat y los alrededores, dejando atrás todas sus posesiones, incluidas sus mascotas.
Ahora, un nuevo estudio buscó obtener una comprensión más profunda de las poblaciones de perros que viven alrededor de las ruinas de la planta de energía nuclear de Chernóbil, a pesar de la gran contaminación ambiental a la que muchos están expuestos a diario.
La investigación
Científicos de la Universidad de Carolina del Sur y el Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano examinaron el ADN de 302 perros salvajes que viven dentro de la central eléctrica, así como de 15 a 45 kilómetros (9,3 a 27,9 millas) del lugar del desastre.
El análisis identificó dos poblaciones de perros distintas, con una genética sorprendentemente individual y poco flujo de genes entre ellas.
Con la ayuda de muestras de sangre recolectadas de los animales callejeros entre 2017 y 2019, analizaron genéticamente los perros, para intentar comprender mejor cómo la radiación puede haber alterado sus genomas.
Al observar el ADN de los perros que vivían cerca de Chernóbil, la nueva investigación encontró que esta población contiene 15 estructuras familiares complejas que son únicas en comparación con otros perros.
Está claro que los perros se mueven por las diferentes áreas y se reproducen libremente entre sí; sin embargo, existe poco flujo genético entre el grupo que habita en la central y el grupo de los alrededores de la ciudad de Chernóbil, lo que podría indicar que rara vez se cruzan.
Del mismo modo, los investigadores rastrearon las relaciones de parentesco entre los perros, con lo que lograron dar cuenta de tres grupos presentes en las zonas donde se recolectaron las muestras genéticas.
Además, los resultados de los análisis comparativos de ADN mostraron que los perros de Chernóbil también son genéticamente distintos de los perros de raza pura y de los criados en libertad en Europa del Este, Asia y Oriente Medio.
El estudio continuará
Los investigadores esperan ver si las diferencias genéticas están teniendo un impacto en su salud, apariencia y comportamiento. Incluso creen que podrían arrojar luz sobre las mutaciones genéticas que ayudan a los animales a sobrevivir frente a la radiación, dicen los investigadores.
«Idealmente, nos gustaría encontrar variantes que el ADN haya adquirido durante las 15 generaciones desde el accidente que permitan la supervivencia del entorno de alta exposición a la radiación», dijo Elaine Ostrander, autora del estudio y genetista del Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano de los NIH.
Por otro lado, los canes que habitan en la zona son cuidados por un grupo de veterinarios y otros especialistas. Se capturan, los esterilizan/castran, vacunan y se les colocan microchips. Luego son liberados al mismo lugar en que fueron capturados «para que puedan vivir sus vidas tan felices y saludables como les sea posible».
Sin embargo, estos perros no pueden ser sacados de la zona, dice la veterinaria Jennifer Betz «porque pueden transportar cantidades significativas de contaminantes radiactivos, ya sea en su pelaje o en sus huesos».
Otros animales también han cambiado en Chernóbil
Los científicos han estado analizando ciertos animales que viven dentro de la Zona de Exclusión de Chernóbil durante años, incluidas bacterias, roedores e incluso pájaros.
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Un estudio realizado en 2016 encontró que las ranas arborícolas del este (Hyla orientalis), que generalmente son de color verde, eran negras dentro de la Zona de exclusión. Los biólogos teorizan que las ranas experimentaron una mutación beneficiosa en la melanina, pigmentos responsables del color de la piel, que ayudó a ionizar la radiación circundante.
El estudio de perros de Chernóbil es valioso para la ciencia, porque han vivido y evolucionado aislados durante 15 generaciones desde el desastre. Asimismo, proporciona una plantilla para una mayor investigación sobre los efectos de la radiación en mamíferos más grandes, incluidos los humanos, según los investigadores.
La investigación fue publicada en Science Advances.
Referencias: National Geographic / BBC.
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