En el año 1951 ocurrió un gran avance en la ciencia médica que daría lugar a una serie de sucesos positivos para millones de personas. Esta historia inicia en un hospital de Estados Unidos, donde las células de una joven mujer revolucionarían la medicina.
La enfermedad que acabó con la vida de Henrietta
Henrietta Lacks era una mujer afroamericana, campesina y analfabeta que vivía en Baltimore (EE.UU.), ella acudió al médico por un sangrado vaginal anormal y fuertes dolores abdominales. Inicialmente, fue atendida en un centro hospitalario y medicada con penicilina, pensando que tal vez su esposo la había contagiado con sífilis. Sin embargo, decidió buscar otra opinión y se dirigió al hospital Jhon Hopkins que en aquel momento era una institución prácticamente de caridad.
Una vez que el ginecólogo la atendió, se dio cuenta que Henrietta Lacks tenía un extraño tumor de color purpura. Era muy diferente a lo que comúnmente había visto, este sangraba con mucha facilidad.
Mientras era examinada, el doctor Richard W. TeLinde tomó muestras del tejido del tumor y los resultados arrojaron que era maligno, Henrietta padecía cáncer. Aunque se le administró la medicación adecuada, no hubo ninguna respuesta positiva ante el tratamiento. Lamentablemente esta mujer falleció de cáncer cervical en octubre de 1951, a sus 31 años.
Los sucesos posteriores a su muerte
Unos años más tarde a su deceso, aunque nadie más volvió a hablar de Henrietta, una parte de ella seguía con vida. Hasta que un tiempo después, se enviaron las células de Lacks al laboratorio del doctor George Otto Gey, que era en ese momento el director del Departamento de Cultivo Celular del John Hopkins. Ahí descubrieron que las células no habían muerto.
Gey tenía como objetivo curar el cáncer, pero en toda la trayectoria de su carrera no había tenido la oportunidad de cultivar células con éxito. Siempre que trataba de llevar a cabo esta tarea, las células terminaban muriendo. Pero al estudiar las de Henrietta se dio cuenta que eran especiales, pues las de ella no morían.
El descubrimiento del doctor George Gey
Cuando el doctor pudo darse cuenta de que las células de Henrietta Lacks eran inmortales, decidió estudiarlas a profundidad y las puso por nombre HeLa. Por fin había encontrado lo que durante tantos años buscó. Descubrió que podía cultivarlas en su laboratorio indefinidamente.
Las células se multiplicaban cada hora, y nunca dejaban de realizar el proceso de regeneración. ¿A qué se debía esto? Gracias a la enzima telomerasa, que les permitía mantenerse vivas y agregar una cantidad de ADN en los extremos de los cromosomas.
La gran importancia de las HeLa
Gracias a la facilidad de estudio que ofreció, actualmente las Hela se encuentran distribuidas en hospitales y laboratorios de todo el mundo. Aunque todavía no se ha podido encontrar la cura para el cáncer, las células de Henrietta han sido útiles para desarrollar una gran cantidad de tratamientos.
Las HeLa han hecho posible la producción de quimioterapia, además de tratamiento para la hemofilia, leucemia, Parkinson, influenza, herpes, la fecundación in vitro. Por otro lado, mientras la epidemia de la poliomielitis se encontraba en su peor momento, gracias a estas células pudo desarrollarse la vacuna para erradicar el virus, salvando la vida de millones de personas.
De igual manera, las HeLa se usaron para identificar la causa del cáncer de cuello uterino, desvelar el mecanismo que usa el virus del sida para conquistar las células humanas, dar los primeros pasos hacia clonación y hasta 60.000 estudios científicos basados en ellas.
Las células viajan al espacio
Si es cierto que incontables tratamientos tuvieron lugar gracias a las células de Lacks, pero también fueron usadas con otros fines. Las HeLa, fueron enviadas al espacio en una de las primeras misiones.
¿Con qué objetivo? Con la intención de verificar qué pasaría a la carne de un humano si se expusiera a la gravedad del espacio. De esta manera, estas células se volvieron famosas y empezó el comercio con ellas.
El papel de la familia de Henrietta Lacks
Tristemente, los investigadores que manipularon la células en un comienzo trataron de borrar el nombre de Henrietta de la historia, y las difundieron bajo el seudónimo de Helen Lane o Helen Larsen para desviar a los periodistas curiosos o familiares del camino.
Años más tarde de haber empezado a utilizar las células de la fallecida mujer, un laboratorio contactó a sus familiares para realizarles pruebas genéticas. Fue allí cuando se enteraron que una parte de Lacks seguía con vida.
Su familia se encontraba muy consternada y quisieron reclamar sus derechos, debido a que nadie les había informado que hacían experimentos con las células de Henrietta.
Según los descendientes de Lacks, se les ha dado un uso fraudulento a las células. Aseguran que el centro médico jamás pidió a la paciente ni a su familia permiso para el uso de las células milagrosas. Sin embargo, no consiguieron ningún resultado a su favor.
Los médicos del hospital alegaron que en el año que este tejido fue extraído del cuerpo de Henrietta, se consideraba como «abandonado», viéndose envuelto en una grave falta ética pues omitieron la aprobación de ella cuando estaba viva o de su familia. Las farmacéuticas argumentaron que había pasado mucho tiempo desde la muerte de Henrietta y que ella no había ‘inventado las células’, sino que era un simple ‘accidente biológico’. Por lo tanto sus familiares nunca han visto ninguna remuneración o beneficio de las HeLa.
Aunque el Dr. Gey regaló las células a cientos de laboratorios en el mundo, de estas acabaron ganando millones de dólares. Más de 10.000 patentes están vinculadas las células HeLa, convirtiéndose así en uno de los mayores aportes a la ciencia en los últimos 100 años. Incluso, estuvieron involucradas en la Guerra Fría, ya que los científicos estaban convencidos de que en esas células estaba el secreto para conquistar la muerte.
Una de sus hijas reveló en el libro La Vida inmortal de Henrietta Lacks, de la periodista Rebecca Skloot, que su familia vive en la pobreza y ni siquiera cuentan con seguro médico. «Si ella es tan determinante para la ciencia, me gustaría tener un seguro médico para no pagar tanto dinero por unos medicamentos que seguramente mi madre ayudó a inventar».
Reconocimiento al aporte de Henrietta
Sin embargo, sus descendientes no se rindieron y enfocaron sus esfuerzos en que fuera reconocida como una persona que aportó grandemente a la ciencia.
En 2013, cuando dos equipos de investigadores quisieron publicar el genoma de HeLa —y por por tanto, parte de la información genética de sus hijos y nietos— consiguieron impedirlo.
Sus esfuerzos se vieron direccionados a que su nombre sea reconocido como una persona que aportó grandemente a la ciencia. Posteriormente, llegaron a un acuerdo con el NIH (Instituto Nacional de salud estadounidense) sobre el código genético de Henrietta y deben ser informados de los distintos estudios en marcha y recibir reconocimiento en los estudios que se hagan en estas investigaciones.
Durante muchos años, Henrietta Lacks fue una heroína «anónima» más de la humanidad. Se sabía muy poco del sobre el impacto de Lacks en la medicina moderna, hasta que Rebecca Skloot escribió un libro al respecto en 2010. El libro se convirtió en uno de los más vendidos y posteriormente, se hizo una película con el mismo nombre, protagonizada por Oprah Winfrey, que ayudó a difundir aún más esta fascinante historia.
Referencias: Revista Médica Clínica Las Condes / BBC / El Pais .
Una publicación de Mystery Science. Todos los derechos reservados. – Está expresamente prohibida la redistribución y redifusión de este contenido sin previo consentimiento.
MÁS EN MYSTERY SCIENCE:
- El médico condenado al manicomio por promover el lavado de manos en 1847.
- Plantan semillas de más de 2.000 años de antigüedad y germinan con éxito.