Después que el COVID-19 empezó a extenderse rápidamente en la mayor parte del mundo, la Organización Mundial de la Salud calificó el nuevo coronavirus como una pandemia. Pero, la historia no es ajena a los brotes de enfermedades mundiales, y nos han dejado algunas enseñanzas sobre el control de su propagación.
A lo largo de la historia, la humanidad se ha visto afectada por numerosas enfermedades. Algunas de ellas hoy ya están erradicas, otras tienen cura y otras todavía carecen de solución.
Estos antecedentes podrían ayudar a poner en perspectiva lo que está sucediendo actualmente con el COVID-19. A pesar de la gravedad inusitada de este brote originado en China en noviembre pasado, este suceso aún está lejos de ser el más letales de la historia, aquí te informamos cuáles precedieron al coronavirus:
Peste antonina (165-180): 5 millones de muertes
Esta fue una de las primeras epidemias del mundo, una forma de viruela o sarampión, llevada a Roma por primera vez por legionarios que regresaban de un asedio en el actual Iraq (tuvo un resurgimiento casi cien años después).
Conocida como peste antonina por el nombre de la dinastía reinante en Roma en ese momento. De hecho, hay indicios de que el emperador Lucio Vero, que gobernaba en conjunto con su hermano adoptivo Marco Aurelio, murió en el año 169 víctima de ese mal.
En su apogeo, la enfermedad pudo haber matado a hasta 2,000 personas por día: devastó al ejército romano, alimentó la creciente popularidad del cristianismo y fue uno de los primeros contribuyentes al eventual colapso del Imperio.
También ofreció una visión temprana de un principio clave de la virología: los brotes de enfermedades son más letales cuando se presentan a una población por primera vez, cuando las personas carecen de inmunidad…
Plaga de Justiniano (541-542): 30-50 millones de muertes
La plaga lleva el nombre del emperador bizantino Justiniano (reinó AD 527-565). Bajo su reinado, el Imperio Bizantino alcanzó su mayor extensión, controlando el territorio que se extendía desde el Medio Oriente hasta Europa Occidental.
El epicentro del brote fue Constantinopla (actual Estambul). El origen fueron las ratas que llegaban en los barcos mercantes provenientes de distintos rincones de Eurasia, portadoras de pulgas infectadas con la peste bubónica.
Justiniano también se enfermó con la peste y sobrevivió; sin embargo, su imperio gradualmente perdió territorio en el tiempo después de que la plaga atacara.
Se calcula que hubo entre 30 y 50 millones de muertos como consecuencia de la pandemia, en los dos siglos en los cuales esta resurgió. Eso la convierte en la cuarta peor de la historia.
Peste negra (1347-1351): 200 millones de muertes
Considerada como la pandemia más mortífera y con el impacto más duradero en la historia de la humanidad.
Se cree que el brote comenzó en Asia Central, y desde allí pasó por la Ruta de la Seda hasta llegar a la península de Crimea —disputada entre Rusia y Ucrania en la actualidad— en 1343.
La peste estaba alojada en las pulgas de las ratas negras, se esparció por toda Europa usando como medio de transporte a los barcos mercantes de comerciantes genoveses que escaparon de un asedio en el que un general mongol utilizó cadáveres infectados como arma.
Los brotes menores, propagados por pulgas, continuaron apareciendo durante siglos. En unos pocos años, hasta 25 millones de personas, un tercio de la población de Europa, murió.
Sin embargo, viendo el lado positivo, también se produjeron algunas victorias por trabajar desde casa: Shakespeare usó un cierre de teatros en 1590 para escribir poesía, y durante un brote en 1665, Cambridge envió a sus estudiantes a casa, incluido Sir Isaac Newton, quien aprovechó la oportunidad para sentarse cerca de un manzano y desbloquear una ley fundamental de la física.
Viruela (1520): 56 millones de muertes
Llegó con la conquista europea, pues era desconocida en el continente americano.
Fue introducida por los españoles en lo que actualmente es México, y tuvo un rol determinante en la caída del imperio Azteca.
Es considerada la segunda mayor pandemia de la historia, y según algunas estimaciones, se presume que mató hasta al 90% de la población nativa americana.
Primera pandemia de gripe (1580)
Aunque los primeros casos de gripe pueden haber ocurrido entre los soldados griegos que lucharon en la Guerra del Peloponeso en el 430 a. C., la primera pandemia de gripe verdadera apareció en el verano de 1580 en Asia, y se extendió rápidamente por las rutas comerciales hacia Europa y América del Norte.
Se desconoce el número total de muertos, pero se informaron al menos 8,000 muertes solo en Roma. Este período vio la aparición en Europa de las primeras medidas de cuarentena y puntos de control fronterizo.
La primera referencia a «influenza» en la literatura científica data de 1650.
Cólera (1817-1923): 1 millón de muertes
A lo largo del siglo XIX, hubo al menos seis brotes distintos y generalizados de cólera. Todo comenzó en la región de la Bahía de Bengala, India, y cobró decenas de miles de vidas a medida que se extendían por las rutas comerciales coloniales.
La falta de tratamiento de los excrementos humanos y la ausencia de agua potable son los principales responsables de la propagación del cólera. Entre 1817 y 1923 se produjeron las primeras seis pandemias de esta enfermedad en distintos puntos del continente asiático.
La información errónea, más el resentimiento por la desigualdad económica, exacerbó la amenaza y condujo a una ola de teorías de conspiración de que el cólera se estaba propagando intencionalmente para reducir la población pobre.
En el Reino Unido y Rusia, los manifestantes apuntaron a los hospitales. Pero los investigadores desarrollaron ideas clave sobre el rastreo de contactos: un brote de Londres se localizó en un pozo de agua contaminada (la palanca, que un heroico Dr. John Snow quitó para evitar que las personas usen la bomba del pozo, ahora se exhibe en el Instituto de Enfermedades Tropicales de la ciudad).
Gripe española (1918-1919): 50 millones de muertes
Probablemente el peor desastre médico de la historia, esta gripe que inició en 1918, infectó a un tercio de la población mundial, causando una alta tasa de mortalidad.
Se estima que infectó a 500 millones de personas en todo el mundo, alrededor del 27% de la población global, y mató entre 40 y 50 millones de personas.
Su nombre no se dió precisamente por que España haya sufrido particularmente más que otros países la epidemia. Pero la posguerra había llevado a muchos Gobiernos a censurar los reportes de muertos en Alemania, el Reino Unido, Francia y los Estados Unidos. Eso no ocurrió en España, que se había mantenido al margen del conflicto, y por eso se empezó a hablar de gripe española.
La pandemia reveló cuántas vidas se pueden salvar mediante el distanciamiento social: las ciudades que cancelaron eventos públicos tuvieron muchos menos casos. Justo cuando se desarrollaba el brote, Filadelfia lanzó un desfile con 200,000 personas marchando en apoyo del esfuerzo de la Primera Guerra Mundial; al final de la semana, 4.500 personas habían muerto por la gripe. Mientras tanto, St. Louis cerró edificios públicos y redujo el tránsito; la tasa de mortalidad por gripe era la mitad de la de Filadelfia.
Pandemias de gripe de mediados de siglo, 1957 y 1968
A mediados de siglo, el mundo era un entorno aún más explosivo para las pandemias que en 1918, con casi el doble de la población mundial y mucho más comercio mundial y viajes aéreos.
Dos pandemias de gripe separadas, ambas derivadas de la gripe aviar y originarias de Hong Kong y China continental, mataron a más de un millón de personas cada una.
Sin embargo, hubieron avances importantes en inmunología y diplomacia: la vacuna contra la gripe se desarrolló en las décadas de 1930 y 1940, y la mayoría de las agencias de salud pública que reconocemos hoy, incluidos los CDC y la OMS, se establecieron en los años ’40.
VIH/sida (1970-presente): 25-32 millones de muertes
Desde la década de 1970, 75 millones de personas han sido infectadas con el VIH y hasta 32 millones han muerto.
La pandemia tuvo sus orígenes en la aparición de una cepa específica, el subgrupo M del VIH-1, en Leopoldville, República Democrática del Congo, y se disparó a partir de 1981.
Aunque la pandemia condujo a avances médicos críticos en medicamentos antirretrovirales y programas de salud pública como el intercambio de agujas y el uso generalizado de condones, también ofreció muchas lecciones sobre el peligro mortal del estigma social.
Adicional a las anteriormente mencionadas, han existido otras epidemias como el SARS, la gripe porcina, el MERS y el ébola que han causado un número menor de decesos, pero que de igual manera han cobrado la vida de miles de personas en el mundo.