El presidente peruano, Martín Vizcarra, lanzó una campaña para reforestar el sitio arqueológico de Machu Picchu con el propósito de protegerlo de los deslizamientos de lodo e incendios forestales.
Se plantarán un millón de árboles nativos en el complejo arqueológico protegido de 35,000 hectáreas con que cuenta la impresionante ciudadela inca.
Especialistas del Ministerio de Ambiente de Perú evocaron la necesidad de plantar árboles para proteger no solo el santuario sino también la fauna y flora del área ecológica protegida.
Los árboles son la mejor línea de defensa contra posibles desplazamientos de tierra e incendio forestales. Estos absorben el agua de la lluvia y evitan que se formen corrientes que puedan desprender tierra y formar aluviones.
También controlan la temperatura de los ecosistemas en los que están inmersos, por lo que reducen en gran medida la probabilidad de incendios forestales.
Sitio emblemático
La propiedad de Machu Picchu, que incluye tres áreas distintas para la agricultura, el alojamiento y las ceremonias religiosas, es el sitio más emblemático del imperio inca que gobernó una gran franja del oeste de América del Sur durante 100 años antes de la conquista española en el siglo XVI.
Machu Picchu, que significa «montaña vieja» en el idioma quechua, se encuentra en la cima de una montaña exuberante y fue construido durante el reinado del emperador inca Pachacuti (1438-1471).
Se encuentra a unos 100 kilómetros (60 millas) de la ciudad andina de Cusco, la antigua capital inca en el sureste de Perú.
Fue redescubierto en 1911 por el explorador estadounidense Hiram Bingham. En ese momento era llamada «la ciudad perdida» porque la selva se la había tragado, lo que la protegía de ser destruida durante la conquista española.
Es considerada una obra maestra de la arquitectura y la ingeniería y en 1983 la UNESCO declaró a Machu Picchu como Patrimonio de la Humanidad.
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