¿Por qué el tiempo parece pasar más rápido a medida que envejecemos?

El científico Adrian Bejan, de la Universidad Duke (EE.UU.), asegura tener la explicación de por qué los días de la infancia y juventud parecen durar más que en los años de la madurez.

Según Bejan, esto se debe a la disminución de la velocidad del procesamiento de las imágenes vinculada con la edad.

«La gente a menudo se sorprende de lo mucho que recuerda los días que parecían durar para siempre en su juventud. No es que sus experiencias fueran mucho más profundas o más significativas, sino que estaban siendo procesadas más rápidamente», agrega el especialista, añadiendo que la física está detrás de la percepción del tiempo.

Autor del estudio Adrian Benjan. Crédito: Duke University

Los cambios físicos que experimentan los nervios y neuronas juegan un papel más importante en la percepción del tiempo a medida que las personas envejecen, subraya Bejan. Las redes de nervios y neuronas maduran, crecen en tamaño y complejidad, lo que hace que las señales deban recorrer caminos más largos para llegar al cerebro. Además, cuando estas vías empiezan a envejecer y degradarse se crea una mayor resistencia al flujo de señales eléctricas.

«Los días parecían durar más durante la juventud, porque la mente joven recibe más imágenes durante un día que la misma mente en la madurez».

Con la edad la velocidad de procesamiento de imágenes mentales disminuye, explica el profesor. Los niños mueven sus ojos con más frecuencia, adquiriendo más información, y procesan las imágenes más rápido que los adultos. Mientras, a los adultos les parece que el tiempo pasa más rápido porque ven menos imágenes nuevas durante el mismo periodo del tiempo.

El cerebro tarda más en procesar la información que recibe la retina

El ojo humano está constantemente en movimiento, y tan pronto como ha procesado una imagen, cambia su enfoque a otra cosa. Estos movimientos rápidos del ojo se denominan movimientos sacádicos, y están separados por cortos períodos estacionarios llamados fijaciones, durante los cuales el ojo fija su mirada en una imagen en particular.

Crédito: StockSnap/Pixabay

Investigaciones anteriores han demostrado que el ojo de un adulto promedio realiza entre tres y cinco movimientos sacádicos por segundo, puntuados por fijaciones de 200 a 300 milisegundos. Sin embargo, los tiempos de fijación son significativamente más cortos para los niños, quienes, por lo tanto, pueden hacer más «tiradas» y tomar más imágenes por segundo.

 

La razón de este cambio en el tiempo de fijación es que a medida que envejecemos, el cerebro comienzan a tardar más en procesar la información que recibe la retina. Según Bejan, esto se debe a que desarrollamos redes neuronales cada vez más complejas a medida que envejecemos, lo que significa que las señales tienen que viajar más para llegar a partes separadas del cerebro. La degradación a las vías neuronales también significa que estas señales eléctricas experimentan más resistencia, por lo que se ralentizan.

«La velocidad a la que se perciben los cambios en las imágenes mentales disminuye con la edad», y como los niños pueden recibir y procesar más imágenes mentales por segundo que los adultos, sus días se sienten como si estuvieran llenos de ellos más tiempo, resume el autor.

El estudio ha sido publicado en la revista  European Review.

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