900 botellas de licor que eran transportadas a Petrogrado (actual San Petersburgo, Rusia) en un barco hundido en el mar Báltico durante la primera Guerra Mundial, fueron halladas por cazadores de tesoros.
El pasado 22 de octubre, Ocean X, un grupo especializado en la búsqueda y rescate de alcohol de los naufragios, logró sacar del casco del «Kyros» unas 600 botellas de cognac y 300 de un licor de hierbas.
El cargamento tenía como destino la Rusia zarista, pero el Kyros fue hundido por un submarino alemán, en mayo de 1917. La tripulación fue reembarcada en un navío con destino a Suecia, desde donde había zarpado el suyo.
El capitán de ese sumergible alemán UC-58 atacó esa nave porque estimó que trasportaba alcohol de contrabando, así que su carga compuesta por 50 cajas de coñac y 15 de licor terminó en el fondo del mar Báltico.
La tripulación afectada ese 19 de mayo de 1917 logró regresar a su país, pero su embarcación y el contenido que portaba solo fueron localizados en 1999 y su recuperación requirió varios años.
«No solo es un hallazgo de coñac y licor raro, sino también parte de la historia del antiguo Imperio ruso», con lo cual «la importancia de este evento no se puede subestimar», comunicó el equipo sueco Ocean X.
The last shipment of rare liquors for Tzar Nicholas II’s Russia, is now recovered! https://t.co/c686uZ3ANr #PressRelease #oceanx #wine #cognac #Russia #Sweden #baltic #Diving #liqueur #Tzar #Germany #submarine #France #ocean #Shipwreck #Bacardi #Bénédictine pic.twitter.com/pkSdjfL7Ml
— Ocean x Team (@OceanXteam) 26 de octubre de 2019
Cómo recuperaron las botellas
Los especialistas emplearon robots submarinos para elevar las aproximadamente 600 botellas de coñac de la destilería De Haartman & Co, –que ya no se produce— y 300 recipientes de licor Benedictine, cuya receta crearon monjes franceses hace más de 500 años y ahora pertenece a la empresa de bebidas Bacardi.
Tras localizarse el casco del Kyros frente a la isla de Aland, entre Suecia y Finlandia, el equipo de rescate, tuvo que liberarlo de entre redes de pescadores abandonadas.
A simple vista, las botellas parecen estar en buen estado, en particular las de coñac que están selladas con estaño. Entre el tapón de corcho y el líquido pueden verse burbujas de aire.
«El valor de las botellas aún debe determinarse, puesto que la marca de coñac ya no existe», señaló Peter Lindberg, responsable de la expedición.
Por otro lado, el coñac y el licor Bénedictine están siendo analizados en laboratorios de Suecia y Rusia para determinar si aún pueden ser bebidos.