Un experimento de campo en Brasil que desplegó mosquitos genéticamente modificados (GM) para controlar poblaciones silvestres de la plaga, resultó peor de lo esperado.
Como parte del experimento, entre 2013 y 2015, una compañía británica de biotecnología llamada Oxitec liberó intencionalmente 450,000 ejemplares de mosquitos genéticamente modificados en los vecindarios de Jacobina, Brasil, buscando la extinción de la primera generación de sus descendientes, pero el experimento terminó en fracaso y llevó a la propagación de un híbrido aventajado biológicamente.
Según un análisis genético realizado por el equipo en el área, los mosquitos modificados se cruzaron con mosquitos salvajes y produjeron insectos viables e híbridos.
¿Qué ocurrió?
El objetivo básico era frenar la propagación de enfermedades transmitidas por sus picaduras, como la fiebre amarilla, el dengue, el zika y chikungunya. Liberaron mosquitos tipo OX513A, una versión transgénica del ‘Aedes aegypti‘, la cual combina una especie oriunda de México con otra de Cuba.
Se suponía que los estos se aparearían con hembras (el sexo que atacan a los humanos) y luego morirían, portando un gen dominante que volvería infértil la descendencia en la primera generación, y que también la marcaría con una proteína verde fluorescente.
En el laboratorio, los científicos descubrieron que alrededor del 3% de las hembras que se aparearon con los machos genéticamente modificados producirían descendencia. Pero incluso el pequeño número de descendientes que sobrevivieran serían débiles e incapaces de producir sus propios descendientes. Pero, como suele suceder, la naturaleza encontró un camino para superar las limitaciones artificiales.
«La afirmación era que los genes de la cepa soltada no entrarían en la población general, porque la descendencia habría muerto», explicó en un comunicado el biólogo estadounidense Jeffrey Powell, autor principal de un nuevo estudio sobre la eficacia del experimento. «Eso, obviamente, no fue lo que sucedió».
Si bien la tecnología funcionó aparentemente en un principio y redujo la población, aproximadamente 18 meses más tarde resultó completamente contraproducente y la cantidad de mosquitos en la zona volvió a los niveles previos a la prueba.
Posteriormente, algunos mosquitos transgénicos incluso mostraron indicios de un «vigor híbrido»: una situación en la que la diversidad genética introducida artificialmente hizo que estos insectos produjeran una población más robusta y resistente.
Datos de una nueva investigación
Ahora, los autores del nuevo estudio, que no están afiliados a Oxitec, comenzaron a tomar muestras de mosquitos en Jacobina antes, durante y después del despliegue de los insectos GM.
Los científicos de la Universidad Yale, en colaboración con investigadores brasileños, crearon un panel genético que distinguía a los mosquitos de tipo salvaje de los introducidos y descubrieron que los insectos analizados más de dos años después de que se detuvieran las liberaciones eran descendientes de linajes tanto de tipo salvaje como mutantes, o OX513A. Estimando que entre 10% y 60% (según el criterio utilizado) ahora tiene material genético que pertenece al mosquito GM.
Oxitec está en desacuerdo con el estudio de Powell. La compañía le dijo a Gizmodo que está «actualmente en el proceso de trabajar con los editores de Nature Research para eliminar o corregir sustancialmente ese artículo.
La investigación ha sido publicada en Nature Sientific Reports.
